Cuando somos parte de una empresa y queremos contratar a alguien, ¿por quién nos decantamos? Y, ¿por qué?
Por un concepto que cada vez cuesta más vender de forma adecuada, la marca personal. Consiste en vendernos, en vender una marca que somos nosotros, representarnos en base a unos valores y atributos y que nos reconozcan por ellos, lo que va muy ligado a la presencia digital, lo que yo digo de mí, y a la reputación digital, lo que los demás piensan de mí.
Para que esa empresa a la que aspiro me escoja, para que apuesten por mi marca, tengo que venderme. La mejor forma de venderme, como a la hora de vender un producto en un supermercado, es tener un envoltorio bonito y llamativo, que cautive, y en la sociedad de la información y la comunicación en la que vivimos hoy en día ese envoltorio son las redes sociales.
El envoltorio es más importante de lo que creemos. Cuando vamos a comprar un producto al supermercado, siempre nos decantamos por el más llamativo, el que está mejor cuidado, por el envoltorio más atractivo, al margen de la calidad del producto, porque es lo que nos transmite confianza, lo que nos impulsa a comprarlo.
Un mismo producto con un envoltorio bonito y otro feo siempre vendería más con el bonito. ¿Qué pensamos de un envoltorio feo o descuidado? Si no son capaces de hacer esto bien… no nos fiamos de lo que haya dentro. Sin embargo, un envoltorio bonito transmite confianza y cuidado.
Con las personas pasa exactamente lo mismo. Si un candidato no cuida sus redes, su envoltorio, da una imagen de desinterés, desconfianza y poca profesionalidad. Si no cuida su imagen… ¿cómo va a cuidar la mía?
Debemos cuidar la imagen, vender a partir de una buena presencia digital.
Existen múltiples plataformas y tipos de redes, las cuales utilizamos con fines diferentes. Mientras en Linkedin damos una imagen de seriedad y profesionalidad, en Instagram o Facebook publicamos que nos gusta la salsa y el flamenco.
Somos la misma persona, pero mostramos diferentes aspectos de nuestra vida dependiendo de la plataforma.
Las empresas no se limitan a ver nuestro Linkedin, no quieren comprar solo nuestra parte seria, quieren el pack completo. Nuestra marca personal la define la suma de todos estos aspectos que mostramos en las diferentes redes, por lo tanto, ya no vale solo con tener un perfil bonito en Linkedin, hay que cuidar todos los perfiles que expongamos al público porque son los que componen nuestro envoltorio, lo que afecta directamente a nuestra reputación digital.
El egosurfing es la solución a este problema. Consiste en realizar búsquedas de nosotros mismos para ver nuestros perfiles y omitir todo aquello que no nos gustaría que supiera la persona que nos está realizando una entrevista de trabajo.
Podemos publicar nuestros planes de fin de semana, fotos con la familia o una foto de nuestro perro, pero debemos tener en cuenta que nuestros perfiles son nuestra carta de presentación, la imagen con la que van a relacionarnos aquellos que deciden si conseguimos ese puesto de trabajo o no.
Por lo tanto, mantener unos límites en redes es imprescindible para asegurar una buena marca personal.
Como los productos en los supermercados, debemos dar mucha importancia al envoltorio y, nuestro envoltorio, son las redes, lo que vende nuestra marca.